Poesía: "Aprender a morir"
Aprender
a morir. Aceptar que la muerte es parte de la vida. Suplicar un tiempo más, una
tarde de lluvia más, un verano o unas navidades más. Te enteras que la muerte
acecha, curiosea por entre los portales de tu casa, se cuela por las costuras
de tu cuerpo y descontrola. Altera tus palabras, tus sonrisas, las puestas de
tu sol, la manera en que hueles las naranjas, el modo en que te miras en el
espejo. La muerte avanza a gran velocidad, como mirando al fondo de un abismo,
se precipita todo y sientes un gran vértigo. Es entonces cuando te acuerdas de
tus hijos, de tu pobre mujer, del seguro del coche y de la casa, del recibo que
debes a la mutua, de los gastos que habrá que ir afrontando. Es cuando te
preguntas por el miedo, ese vecino antipático que ni siquiera saludas cuando te
lo encuentras en el ascensor cada mañana. Tu cuerpo tiembla como si fueras un
simple chiquillo el primer día de colegio, como si la mañana se fuera a hacer
pedazos y sólo hubiera restos por el suelo. Nadie dijo que fuera fácil escuchar
que este cáncer acomete reformas en tu vida. No es fácil escuchar las palabras
agrietadas de un médico que te rompe los sueños a pedazos. Aprender a vivir,
tan sólo eso.
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